Coffee shop corners

By 1:24 p.m. , , , , , , , ,


Soy fanático de sentarme en una cafetería a leer, editar fotos y mirar en detalle el movimiento del lugar. Es increíble lo que se puede aprender con el simple hecho de observar. Así hice en LAB, una cafetería que abrió hace muy poco, pero le veo muy buen futuro.
Soy de esos que disfrutan de leer cómodo con una buena taza de café al lado. Eso hice: llegue, hice mi pedido, me senté, leí. Paré. Miré el armado cuasi artesanal de los cafés, seguí leyendo y seguí disfrutando del lugar. El macchiato que me había pedido combinaba perfecto con el libro y la atmósfera tranquila del lugar. Pero el café merece un espacio aparte.
Es genial encontrar este tipo de lugares en los que uno se siente rápidamente cómodo. No sé qué fue, pero me mimeticé al instante.

El lugar es de los que me gustan: paredes blancas, madera, hierro, de diseño industrial, rústico, casi nórdico diría yo. Tiene todo lo que se necesita para ser un deli-coffee shop. Bien cosmopolita.






Ahora lo importante: en pocos lugares en la ciudad son tan fanáticos del café y tienen tanta pasión -y paciencia- para explicarte todo el proceso, los granos, los tiempos y las temperaturas que lleva el preparado de un buen café. Son expertos. Expertos y apasionados, se nota.
(De ahí el nombre LAB. Es un laboratorio de café. Con tasting-cupping incluido. Acá se aprende a ritualizar y degustar el café. Desde que cruzas la puerta).

Como dije, pedí macchiato (significa 'manchado' en italiano. Café espresso manchado con unas gotas de leche = felicidad. Y la llevo escrito en mi apellido. Una posible razón de mi devoción por el buen café). Aunque no soy experto, apenas lo probé sentí algo diferente, era más espeso. Debe ser a lo que le llaman "cuerpo". el gusto era exquisito, con un dejo dulzón, nada fuerte. Simplemente rico.






































Conclusión: acá se sirve café del bueno... y todo lo que vine tomando hasta el momento es agua con colorante y cafeína. Y encima te enseñan a disfrutarlo.




Dicen que una manera de vivir la realidad es siendo turista en su propia ciudad. Y así lo siento a veces. El aire que se respira en LAB no se respira en otros lugares. Muchos extranjeros para charlar, gente que va a pasar un buen rato y disfrutar de un buen café. Gente que saca fotos y gente que lee un libro. Gente que se pierde en la pantalla de su computadora y gente que charla... en varios idiomas.

Y así pasó mi tarde. Lo bueno es que acá encontré un espacio que combina lo que más me gusta: sentarme, mirar alrededor sin prestarle atención a la hora, leer un libro, tomar café, ver la gente pasar, sacar fotos y disfrutar del ritual típico de una cafetería. 



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